-¿Estás
bien?
Cuando
me desperté estaba tendido en la cama. Sentada a mi lado se
encontraba Ana, que me colocaba paños húmedos en la frente para
espabilarme.
-¿Por
qué haces esto? ¿Por qué pierdes tu tiempo conmigo?
-¿Sabes
una cosa? Siempre te había considerado distante, engreído y
cerrado. A veces, te escuchaba hablar de Carlos y decías que era tan
sensible, tan dulce y tan amable, que me lo imaginaba como una
bellísima persona. Pero he descubierto que tú también lo eres.
-Ana dejó lucir una tímida sonrisa.
-Sí,
claro.-reí.- Cuando Carlos era más pequeño, todo el mundo admiraba
y hablaba de su dulzura, de sus ojos, de los hoyuelos que adornan su
rostro al sonreír o de sus rasgos delicadamente dibujados. Yo soy el
polo puesto.
-Manu,
tú tienes tus puntos fuertes. Te preocupas por los demás, eres muy
responsable, trabajador, estudioso...
-
No lo creo. Han pasado muchas cosas.-Ana me miraba con interés-.
Antes, Carlos y yo nos llevábamos bien. Cuando éramos pequeños, no
nos separábamos, aunque eso cambió hace siete años. Mi padre
emigró a Alemania en busca de trabajo. A raíz de eso, Carlos
cambió, se volvió más introvertido y nos fuimos distanciando. Por
mi parte, yo supe mantener la compostura, pero también me derrumbo a
veces. Criarte sin tu padre, con un hermano traumatizado y una madre
que intenta actuar como si no hubiera pasado nada, aunque esté
destrozada por dentro, es muy duro. No se lo recomiendo a nadie. Y
para colmo de los males, soy responsable de que se haya roto la débil
relación que tenía con un hermano que se acaba de perder en una
ciudad desconocida. Mientras tanto, yo estoy aquí parado,
lamentándome por mis calamidades.
-Te
prometo que encontraremos a tu hermano sano y salvo.
-¿Encontraremos?
Esto es cosa mía. Es mi hermano.
-Y
yo soy tu nueva amiga. Prepárate, que mañana salimos a las dos.
Ana
mi nueva amiga. ¿Ana? ¿De verdad me había dicho que yo era
responsable y estudioso? No me lo podía ni creer, ¡estaba en una
nube! Alterado, parpadeé varias veces y miré el reloj. ¡Qué
rápido había pasado el tiempo! Ya eran las doce, la hora a la que
el teatro cerraba. Aquella noche se me hizo eterna, apenas pude
dormir.
Después
de desayunar, salimos del hotel. Comimos rápido, por lo que la
profesora nos dio permiso a todos para darnos una vuelta por los
alrededores. Corrimos como locos hasta entrar en el callejón que
desembocaba en el teatro. Para nuestra sorpresa, el edificio aún no
había abierto.
-¿Cómo?
No puede ser, debería haber abierto hace una hora. - intenté
calmarme para poder pensar fríamente. - Hoy había otra función de
Dirty Dancing a las dos y media.
-¡Ay,
lo siento!- Pedro se llevó las manos a la cabeza. - Se me olvidó
deciros que se suspendió porque Christian Sánchez, uno de los
protagonistas principales desapareció ayer por la noche. A las
siete, Sánchez estaba ensayando la actuación de hoy en el teatro.
Al acabar, se fue a buscar "una cosa"- remarcó con fuerza
las dos últimas palabras-, pero nunca volvió. Al ver que tardaba
demasiado, los que se habían quedado esperándolo se fueron,
pensando que se habría ido por la puerta trasera. - Se quedó
pensativo- ¿Acaso creéis que ambas desapariciones están
relacionadas?
De
pronto, escuchamos una serie de rítmicos golpecitos.
-¡Es
Carlos! -como hipnotizado, Pedro se acercó a la pared e imitó los
golpes.- No me lo creo. Dice que está con Christian Sánchez.
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