-¿Estás
bien?
Cuando
me desperté estaba tendido en la cama. Sentada a mi lado se
encontraba Ana, que me colocaba paños húmedos en la frente para
espabilarme.
-¿Por
qué haces esto? ¿Por qué pierdes tu tiempo conmigo?
-¿Sabes
una cosa? Siempre te había considerado distante, engreído y
cerrado. A veces, te escuchaba hablar de Carlos y decías que era tan
sensible, tan dulce y tan amable, que me lo imaginaba como una
bellísima persona. Pero he descubierto que tú también lo eres.
-Ana dejó lucir una tímida sonrisa.